EN EL UMBRAL DE UNA NUEVA GUERRA MUNDIAL Las contradicciones explosivas del capitalismo
El mundo entero observa perplejo como en el medio de una pandemia, y mientras los precarios sistemas de salud colapsan, la carrera armamentística no se detiene, más al contrario se incrementa.
En la actualidad, el gasto militar es un 76% más alto que el mínimo histórico registrado en 1998. El aumento en la venta de armas, se cifró entre 2015 y 2019 en un 5,5% con respecto al lustro anterior (2010 a 2014). Estados Unidos lleva seis años obligando a los países europeos de la OTAN a aumentar el gasto en “defensa” hasta alcanzar inicialmente el 2% del PIB, pero con el objetivo de llegar al 4%.
En marzo un total de 20.000 militares y 9.000 vehículos fueron desplazados para el masivo ejercicio militar Defender Europe 2020, y esto es sólo la mitad de su ejecución. Se trata del mayor despliegue militar de Estados Unidos en Europa desde hace más de veinticinco años. Si bien se ha retrasado por el coronavirus, sin lugar a dudas se va a completar, creando gran tensión en Rusia y Oriente Medio.
El fondo de este estado de cosas no son ciertos personajes malvados como Trump, o una inconsciencia de las consecuencias devastadoras de una nueva guerra mundial. Sino que el capitalismo se mueve entre contradicciones irreconciliables:
"La vida del capitalismo monopolista de nuestra época es una cadena de crisis. Cada una de las crisis es una catástrofe. La necesidad de salvarse de esas catástrofes parciales por medio de murallas aduaneras, de la inflación, del aumento de los gastos gubernamentales y de las deudas prepara el terreno para otras crisis más profundas y más extensas. La lucha por conseguir mercados, materias primas y colonias hace inevitables las catástrofes militares."[1]
Esto es exactamente lo que está pasando. No existe tal cosa como la teoría conspiracioncita de un gobierno mundial, lo que permitiría suponer que las guerras mundiales ya son evitables. La economía es mundial, pero en su envoltura capitalista los grandes consorcios se apoyan en sus Estados, de los que dependen. Lo más coordinado que puede ofrecer el capitalismo es la alianza entre estados para garantizar el pillaje de sus miembros hacia otros países. El mejor ejemplo es la OTAN. Pero incluso en su interior, a sus miembros débiles se los obliga a bailar al ritmo de los intereses de los más fuertes, particularmente de EEUU. Y estas alianzas son muy inestables porque sus miembros poderosos son los principales competidores en recursos y mercados, EEUU, Francia, Alemania. Tal es así, que estos dos últimos países han comenzado a crear un Ejército separado de la OTAN.
El trasfondo de las operaciones políticas y militares que estamos viendo es la crisis económica mundial que se arrastra desde 2007/8. Crisis general, mundial, y de una gravedad comparable a la gran depresión de los ’30 del siglo pasado.
Agudizada esta crisis por el coronavirus, la economía mundial tendrá una caída de un 3 % en 2020 según el FMI. La pandemia ha profundizado y anticipado un desenlace que para los especialistas era algo seguro. Una nueva recesión en el marco general de una crisis que dura más de diez años y que ha tenido picos de recuperación muy leves y esporádicos que fue lo único que se logró con el fuerte endeudamiento que los Estados asumieron para salvar al sistema financiero.
La perspectiva de los propios organismos imperialistas como el Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es que en el mediano plazo el crecimiento económico mundial se debilitará y permanecerá muy por debajo del promedio anterior a la crisis de 2007/8.
Con la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, las inversiones mayoritarias no son productivas sino especulativas, generando nuevas burbujas, que como sabemos acaban estallando.
La lucha por recursos y mercados con el reposicionamiento de Alemania, Francia y Japón, o el avance de potencias emergentes como Rusia, China y India, ha puesto en cuestionamiento la hegemonía yanqui que está en claro declive, resultando en la relación de fuerzas más equilibrada desde el final de la segunda guerra mundial (EEUU 26 % del PIB mundial, la Unión Europea 24%, China 16%.), Esto supone tensiones en torno a una nueva repartición del mundo. Si esto además ocurre en el marco de un próximo estallido de una nueva gran burbuja y una depresión aún mayor, y con las principales potencias habiendo consumido la grasa acumulada con los endeudamientos del 2011, no es difícil prever que el desenlace será explosivo. Cada Monopolio apoyándose en su Estado y tratando de aplastar a los rivales para sobrevivir.
Si bien todavía hay gran asimetría en el gasto en armamento, EEUU con el 36% del total mundial gasta tanto como la suma de los 8 países que le sigue, China es también por lejos el segundo con un 14% del total, estos porcentajes pueden cambiar rápidamente ante una posibilidad concreta de guerra.
El capitalismo genera crisis que le son inherentes, estas destruyen fuerzas productivas excedentes mediante la quiebra. Pero cuando las crisis no logran por sí solas iniciar un nuevo ciclo de acumulación y crecimiento prolongado, como ocurre ahora, la situación acaba desembocando en guerras entre las potencias imperialistas. Sin ser alarmistas, sino objetivos, esa es la situación en la que estamos. Una nueva guerra mundial no es música de un futuro incierto, sino que todas las condiciones económicas, (a riesgo que se escapen algunas a nuestro análisis) la plantean como muy posible en las dos próximas décadas.
De hecho, la incertidumbre ya es tal que el ataque del imperialismo yanqui con misiles que mató al comandante iraní de la Fuerza Quds, Qassem Soleimani, puso en debate la posibilidad de inicio de una guerra mundial si es que Irán respondía. Es así, no por el poderío iraní, sino porque en Medio Oriente se cruzan todos los intereses de las potencias imperialistas.
Algo similar ocurrió en Venezuela el año pasado, cuando parecía que EEUU efectuaría una intervención militar, Rusia y China lo forzaron a retroceder. Ahora esa intervención parece inminente, y con la insostenible situación en ese país es posible que China y Rusia finalmente le suelten la mano a Maduro, pero lo cierto es que hace muchas décadas EEUU no se veía obligado por otras potencias a postergar tanto sus planes en su “patio trasero” como considera a la región latinoamericana.
Otro tema es si como humanidad podremos sobrevivir a una nueva guerra mundial. Ante todo, tenemos que entender que la respuesta a este interrogante no define la actitud de las potencias frente a la guerra. Ya explicamos como las guerras son inevitables en el capitalismo. Lo seguro es que el punto final de la segunda guerra, la bomba atómica, sería ahora el punto de partida, con 8 países verificados que la poseen (EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Corea del Norte, en ese orden de poder nuclear. Las operaciones nucleares se ejecutarían desde el comienzo, y está claro que en una guerra es absurdo pensar que se pueden aplicar restricciones.
La disyuntiva socialismo o barbarie no es automática, no es apretar un interruptor y ya, si no logramos el socialismo el capitalismo nos llevará a la barbarie mediante una serie de guerras mundiales, aunque es probable que le baste con una, dado el nivel de las fuerzas de destrucción actuales. Sólo las clases empobrecidas con el proletariado a la cabeza, organizado en partido mundial de la revolución puede evitarlo. Pero marchamos a contrarreloj, prácticamente no hay en el mundo partidos revolucionarios de masas, mucho peor la desorganización a nivel internacional. Lo más probable es que un partido mundial de la revolución se logre consolidar al calor de la próxima guerra imperialista, bajo la consigna de transformarla en guerra civil contra todo Estado burgués y de que no hay bando imperialista mejor que otro. El futuro de la humanidad está más que nunca en manos del proletariado.
Sirvió de fuente principal para este artículo la Declaración del Comité de Enlace Internacional integrado por la CSR-El Topo Obrero (Venezuela) y el PCO (Argentina) con la cual adherimos.
[1] Trotsky - El marxismo de nuestra época.
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